miércoles, 13 de abril de 2011

EXQUISITO SHELLEY

III

Llora por Adonáis, llora porque se ha muerto.
Melancólica Madre, despiértate y solloza.
Mas no: mejor apaga tus lágrimas ardientes
en sus lechos de fuego; que tu corazón duerma,
igual que el suyo, un sueño callado e impasible.
Porque está donde toda la hermosura y nobleza
desciende. Nunca sueñes que el amoroso Abismo
nos lo devuelva al aire vital, porque la muerte
se traga su voz muda, se burla de nosotros.



XII

Un nuevo resplandor brilló sobre su boca,
que estuvo acostumbrada a absorber el aliento
con el que conseguía penetrar en la mente
cautelosa y hundirse en el corazón trémulo
con relámpago y música. Y la húmeda muerte
apagó su caricia en los labios de hielo,
meteoro moribundo que la noche ha abrazado
y que mancha a su paso la estela de la luna,
destellando un instante en esos miembros pálidos
para acabar perdiéndose en su final eclipse.



XXXIX

Haya paz, que él no ha muerto; paz, que no está dormido;
que ya se ha despertado del sueño de la vida.
Y nosotros, perdidos en visiones sombrías,
entablamos inútiles batallas con quimeras,
y apuñalamos, locos, con el filo del alma,
invulnerables nadas. Somos como cadáveres
que en la tumba se pudren; el miedo y el dolor
nos consumen y agitan, mientras fríos deseos
pululan como hormigas en nuestro barro vivo.



Percy Bysshe Shelley
*De Adonáis, elegía en la muerte de John Keats

En No despertéis a la serpiente. Antología poética bilingüe (Hiperión), que incluye la citada elegía –íntegra– más otros cuarenta de sus mejores poemas. Traducción, prólogo y notas de Juan Abeleira y Alejandro Valero.

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